VAMOS, mujer, apura, vuelve de esa tienda, que el sol, el calor, está matando en este auto, esta nave para cruzar una vez más todo este maldito país.
VAMOS, que el polvoriento pasado está pisándonos los talones.
VAMOS, que el jazz está sonando fuerte y la carretera llama. Tenemos que partir antes de que sea demasiado tarde, antes de que dejes de sonreírme. Como me sonreíste antes de bajar del coche.
VAMOS, VAMOS, que la noche está cerca y nosotros tan lejos de la ciudad.
VAMOS, que este coche es muy solitario sin tu risa y tus historias de otros tiempos, todas exageradas solo para divertirme y atraparme más.
VAMOS, Porque tardarás tanto en esa tienda? De seguro, estás enamorando al pobre muchacho de la gasolinera, para robarle, mientras lo miras con tus ojos. Esos ojos de sol, llenos de noches y pecados, esos que con un simple guiño te pueden destruir, conquistar, dar fuerzas y quitármelas. Quizás él esté tan atontado que no se dé cuenta que llevas una de mis camisas puesta.
Seguro ese muchacho tampoco puede parar de mirarte la boca, mientras tú le robas víveres para seguir viajando, para comer, o para fumar algo.
VAMOS, niña, que tú puedes, son los años 40s estan terminando, Dizzy Gillespie está explotando en los parlantes de este coche y cualquier tendero de esta parte olvidada del país solo piensa en salvar su tarde, de aburrimiento y radio de transmisiones entrecortadas con música country, con una muchacha como tú.
VAMOS, que tenemos mucho camino por rodar.
VAMOS que estas ruedas mueren por volver a morder el asfalto, devorando las líneas blancas de la carretera, buscando un próximo pueblo donde haya gente loca por hablar, por saber de lugares que ellos nunca conocerán, pero que siempre se prometerán ir. Esta promesa sólo los llevará, a que al momento de volver a la cama, sientan decepción por sus promesas rotas.
Probablemente encontremos algún loco más por el camino, que vaya por la carretera con su dedo apuntando al destino, al futuro, a la siguiente ciudad, a una noche llena de jazz. Alguien que hable sin parar todo el camino. Quizás pueda conducir también. Me vendría bien un poco de descanso… pero no ahora, esta música, su ritmo, sus trompetas me acaban de llenar de energía. Como la gasolina que conseguimos en la anterior estación, con el poco dinero que nos quedaba. Lo importante es seguir fluyendo. A los caminantes les cobraremos un poco por llevarlos a destino.
Por fin, sales de esa maldita tienda, con esa sonrisa de victoriosa maldad, con tu cabellera rubia al viento y esos ojos clavados en el coche. Trayendo toda la mercancía escondida entre mi camisa y tu piel, intentando hacer la menor cantidad de señas posibles, para que el de la tienda no note robo. Igual no lo notará hasta dentro de varios días, cuando por fin pueda sacarse tus ojos y sonrisa de la cabeza.
Esa sonrisa con la que me mirarás seguramente en el próximo bar mientras te vas con otro, quizás un marinero. Quizás hasta digas lo siento, quizás te crea.
Pero nosotros sabemos cómo son las reglas del camino, siempre sentimos lo mismo solo que lo vemos desde distintos puntos de vista. Sé que no será el fin. Sé que nos encontraremos de nuevo en algún cruce de caminos o caminando sobre las vías abandonadas de tren en una ciudad muy gris. Tu siempre dices “Nos volveremos a encontrar algún día en la avenida”. Nos sonreiremos y todo seguirá fluyendo, donde la noche nos lleve.
Finalmente, estás sentada a mi lado de nuevo.
“Llegaste justo para el final de la canción, tal como tu dijiste, solo te tomó 3 minutos y 21 segundos”.
Me guiñas y señalas a la carretera, al futuro. “Solo existe el hoy, no? VAMOS!"
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