Un Blog de Música.

lunes, 14 de octubre de 2013

The Mad Ones


A una habitación de hotel no mucho mas grande que esta, de hecho creo que era mas pequeña, entramos gritando y saltando como monos recién liberados a la selva: Bob, su mujer (o eso decía él), Nina (que decía ser prima de algún famoso que ya no recuerdo), Neal y yo. Enseguida alguien, quizás yo, prendió un cigarrillo y cerro todas las ventanas. La inmediata respuesta de Neal fue encender algo mas fuerte para fumar, así el humo rápidamente paso a un tono un poco mas verdaseo. Nina, que no era lenta precisamente, tiro su camisa al aire, cayendo esta sobre la única lámpara encendida que tambaleo y luego cayo siguiendo prendida, dándole al lugar un colorido especial al combinarse la luz amarilla de la bombilla con el rojo de la alfombra. Estallaron las primeras de miles carcajadas que seguirían toda la noche.

Bob giro en el lugar sin dar un solo paso hacia delante, buscando algún aparato musical, una radio, un tocadiscos, lo que sea. Le indiqué que la radio estaba al lado de la heladera, por lo cual la primera regla que puso esa noche la presento con voz de un dueño del circo mas grande que haya visto: “Amigos y desconocidos, de ahora en mas preparen sus mentes, vístanlas y sáquenlas de aquí. La única regla del lugar es que cada vez que vengamos a buscar una cerveza de este maravilloso congelador, se deberá subir el volumen de la radio uno o dos puntos, sin mas los invito la selva”. Al decir esta última palabra prendió la radio, saco 2 cervezas y encendió otro cigarrillo en un solo movimiento que no creo poder repetirlo ni con el mejor entrenamiento.

A la mujer de Bob, quizás se llame Estella, que había sido la mas callada en toda la noche, le dieron una especie de convulsiones al escuchar las trompetas que salían de la radio, se movía al perfecto compás de cada uno de los botones de estas trompetas, sacudiendo sus brazos y piernas. En ese momento, enseñó sus grandes y hermosos dientes en una sonrisa entera, a medida que el volumen fue subiendo toda la noche esa sonrisa iría creciendo. Empezó a transpirar muchísimo, el sudor corría por su cuello llegando a zonas donde solo Bob llegaría esa noche. Al ver este show, que tenia enfrente suyo saltó automáticamente sobre ella, la abrazo, le tomo la mano y la hizo girar un millón de veces siguiendo la música. En un descuido, le arranco la pollera de un solo tirón, dejando a la vista las piernas más perfectas que había visto en mi vida. Bob siempre dijo que las mujeres negras le traían loco, bueno Estella demostraba el porqué de su obsesión. ¿Y yo? Maravillado.

En la confusión al intentar acomodarme las gafas choque en cigarrillo con el vidrio y lo deje caer al piso, todos estallaron en risas. Bob al darse cuenta de la situación me tomo de la mano y me hizo recorrer lentamente por el muslo de Estella ante la mirada seductora de ella. Cuando terminé me dijo al oído “nada mal eh”, cosa que hizo reír muchísimo a Bob y a mi  ponerme del rojo mas rojo que jamás se haya visto a una persona. En ese momento, vino Neal y me puso una botellita de cerveza en al frente y me guiño el ojo.

A todo esto Nina se puso a revisar la habitación, sacando esta maquina de escribir de debajo la cama, la puso encima de un escritorio y me grito “todo esto lo tienes que escribir”.

 Ya iba por el sexto cigarrillo, cuando me di cuenta que estábamos todos saltando arriba de la cama gritando la canción de la radio, que hace varias cervezas ya había llegado al máximo volumen. Había alcohol derramado por toda la alfombra, y empezaron los besos, claro, la consigna estaba clara: nadie podía besar a Estella y solo si ella lo permitía, Nina podía besar a Bob, cosa que a él mucho no le importaba. Nina salto sobre mi y nos caímos de la cama, fue como caer 600 pisos. Desde la alfombra apenas se podía ver la mitad del cuerpo de Neal por el humo que había, se veían sus brazos moviéndose y bailando frenéticamente, sacudiendo sus pies como si estuviera pisando brasas, un acto por el cual pagaría por volver a ver. Pero ahora tenía a Nina sobre mí, que no paraba de besarme el cuello y envolverme con sus largos cabellos rubios. Claramente me besaba al compás de los tambores, esto me causo mucha gracia, me saco la camisa y quede solo con la remera que tenia debajo. En ese instante, Neal la tomo de las caderas y la hizo subir de la nube de humo. Nina no hacia más que imitar sus movimientos de bailes, era como mirar el canal de animales.

 Aproveché esta locura para alejarme un metro y buscar la maquina de escribir. Empecé a teclear, a intentar descubrir que pasaba atrás de esta cortina de humo, donde solo podía ver cuatro sombras moviéndose como locos, parecían pelear pero con carcajadas, y de vez en cuando me gritaban: “eh, no nos vayas a dejar muy mal parados con lo que escribes” y yo le contestaba solo con los sonidos de las teclas que eran tan fuerte como radio. De hecho, cuando Estella fue al baño, nadie noto que apagó la radio de lo fuerte que estaban gritando y por el sonido de mi maquina.

Por momentos Nina me decía "esta canción tienes que bailarla conmigo" y me llevaba a la cama. Me inventaba una canción con la sola escusa de besarme en la mitad de cada frase, cosa que me derretía y me hacia empañar mis gafas. En esos momentos, Bob, Estella y Neal se tomaban las manos y saltaban alrededor nuestro creando un completo circulo de incoherencias, gritando palabras que ellos pensaban que yo estaba escribiendo en mi maquina. Saltamos todos de la cama, dándole un respiro por fin  a mi lecho de esos días y nos pusimos a bailar todos juntos en el medio de la habitación. Rápidamente, fui a buscar a Estella para bailar cuando Bob fue a buscar una cerveza. Neal se tiro sobre la boca de Nina, que empezaron bailar. Bob se acerco por detrás de Nina siguiendo el baile,  todo esto sin que Neal se despegue de la boca de ella.

Pronto sentí la mano de Nina, que atravesó toda la habitación, acariciándome cuello y trayéndome hacia ella y alejándome de Estella. Neal hizo media vuelta, fue a la heladera, busco mas cervezas y vio bailar sola a Estella. Se relamió y fue directo a ella, a esto Bob estaba saltando en la cama gritando cosas como: “es inconstitucional que las camas no sean de agua”.

 Cuando bajó de la cama, yo estaba tecleando toda esta locura de nuevo, no podía perderme esas frases. En un momento, hubo 3 sombras bailando a mi alrededor, codeándose las costillas, guiñándose, hasta caerse sentados mirándome como si fuera una especie de maestro o guía espiritual. Paré de escribir y nos quedamos todos sentados, mirándonos las caras en silencio, nadie hacía algún gesto, nos miramos entre todos. Silenciosamente, Nina pasó por debajo de mi mesa y apretó una tecla de la maquina y rompió el silencio, nos partimos de la risa. En ese momento, salió Neal del baño ya sin remera y prendió la radio a su máximo volumen. Saltamos todos, nos abrazamos, nos gritamos demás inconstitucionalidades y nos dimos cuenta que la música era muy buena para quedarnos ahí sentados. Pero ese momento anterior de respiro fue mágico, el mundo se detuvo hasta que Nina lo volvió a activar la locura.

 Cuando Neal rompió la ventana con su zapato, el humo empezó a disiparse y nos dimos cuenta que ya era bien entrado el día siguiente. Nos reímos mucho de su actuación de cómo iba a tener que bajar los 8 pisos del hotel, parar el transito de la calle, ponerse su zapato y volver. Nina y yo estábamos tirados en la cama, que ya estaba rota de una pata por los saltos y demás, abrazados, transpirados, cansados. En el baño se escuchaban los gritos de Estella y Bob, teniendo el sexo más salvaje que haya escuchado en un baño. Miré el piso de la habitación con el único ojo que tenia despierto y vi todas mis hojas tiradas, por suerte a medida que iban saliendo las pude numerar. El orden de esas hojas vendría cuando Neal tenga completo su par de botas.

Extracto de otros textos.
Texto Original y Propio. Todos los derechos reservados y registrados.

viernes, 2 de agosto de 2013

Sueños




Despierto en una calida cama, en mitad de la noche. La brisa leve del ventilador de techo se siente lo suficiente para estar medio tapado por una sabana únicamente. Estas noches de verano no serían tan tranquilas sin ese invento. Me levanto de la cama. Escucho una música caribeña, música local, acercarse calle abajo. Me acerco lentamente a mi ventana. La suave luz de luna me deja ver la angosta calle-escalera que choca en mi pared y solo permite un giro a la derecha. Desde mi posición puedo ver este pequeño camino de solo 50 metros de largo en bajada hacia una calle principal. Es una callejuela de adoquines grises, que cada 3 o 4 metros tiene un escalón. Pequeñas casas y posadas entregan a la luna, sus puertas y ventanas de maderas coloridas. Algunas tienen grandes planteros, pintados por niños del lugar. Los he visto hacerlo por la tarde, descalzos, saltando de felicidad. De una puerta a la de enfrente debe caber apenas un coche. Por eso y por las escaleras, es solo peatonal este paseo. Por la tarde se pueden ver a las hermosas mujeres del caribe recibir a los viajeros y adornar la calle.


 Ahora escucho cada vez más fuerte la música. Miro las casas buscando la fuente del sonido, debe ser en una de las casas de la esquina. Todo cerrado, todo muy tranquilo. Pronto veo un coche algo gastado, un VW Beetle blanco, pasar por la calle que corta mi peatonal. Cuatro borrachos paseaban tranquilamente con la música más fuerte de lo acostumbrado en esta zona de la isla. Ni se giraron a ver al hombre semi-desnudo que los miraba desde la altura del pasaje. La música se fue alejando muy lentamente, como yo de la ventana. Así son las noches en algunas partes del Caribe. Cerré las casi transparentes cortinas, y me serví medio vaso de cerveza de la pequeña heladera al lado de mi cama. Lugar que me resulto sorprendentemente práctico y prácticamente sorprendente, no en ese orden. Bebí mientras miraba mi habitación, las maletas estaban abiertas pero la mayoría de cosas seguían adentro. Mire mi maquina de escribir negra junto a mi sombrero blanco, me pareció perfecto el contraste para esta noche. Miré el teléfono negro sobre la heladera junto al reloj, y le rogué que me de un buen par de horas mas de sueño antes de volver a sonar. “Mañana ya saldrá el sol y yo corriendo bajo sus ojos”, pensé mientras terminaba el vaso y me acostaba sonriéndole al ventilador, agradeciéndole su trabajo.


domingo, 21 de julio de 2013

Come con los ojos...

Belief & technique for modern prose


1. Cuadernos de notas secretos, garabateados, y páginas salvajemente escritas a máquina, para tu propia felicidad.
2. Sométete a todo, abierto, escuchando.

3. Intenta no emborracharte fuera de casa.

4. Enamórate de tu propia vida. 

5. Lo que sientas encontrará su propia forma.

6. Sé el santo ingenuo de tu imaginación.

7. Sopla tan profundo como quieras soplar.

8. Escribe lo que creas insondable, desde lo hondo de tu imaginación.

9. Las inexpresables visiones del individuo.

10. No le des más tiempo a la poesía del que precisa con exactitud.

11. Cosquillas visionarias temblando en tu pecho.

12. Sueña en trance permanente los objetos que están delante de ti.

13. Deshazte de tus inhibiciones literarias, gramaticales y sintácticas.

14. Como Proust, sé un viejo fumado del tiempo.

15. Di la verdadera historia del mundo en un monólogo interior.

16. La joya central del interés es un ojo dentro del ojo.

17. Escribe para recuerdo y asombro de ti mismo.

18. Sé conciso en una mirada aguzada, nadando el mar del lenguaje.

19. Acepta para siempre el fracaso.

20. Cree en el sagrado contorno de la vida.

21. Esfuérzate en describir el fluido que ya existe en tu mente.

22. Si te detienes, no pienses en la palabra más que para ver mejor la imagen.

23. Síguele el rastro a cada día, en el bálsamo de las mañanas.

24. No temas o te avergüences del conocimiento, el lenguaje o la dignidad de tu experiencia.

25. Escribe para que el mundo vea la exacta imagen que tienes de él.

26. Un libro-película es una película en palabras, la forma visual americana.

27. Alaba el carácter del parpadeo de la inhumana soledad.

28. Composición salvaje, pura, indisciplinada, venida de dentro, alocada si es posible.

29. Eres un genio siempre.

30. Sé Director-escritor de películas terrenales, auspiciadas y protegidas por el Cielo.


By Jack Kerouac

"Come con tus ojos todo lo que veas,
digierelo con el corazón
y largalo en tinta"


domingo, 7 de julio de 2013

Héroes





El héroe esta ahí, en la tristeza, en la mugre. No es héroe, porque sabiéndose atrapado en la absoluta tristeza, salga victorioso a la superficie. Es héroe porque atado a esta situación, sobrevive en ella, se mueve a través de ella. Quizás mas por terco que por otra cosa, pero resiste de pie a la balas...


Es un héroe, claro, héroe de la tristeza.

 


Extracto de "Otros textos".
Texto Original y Propio.
Todos los derechos reservados y registrados.
 

sábado, 18 de mayo de 2013

Calle Desolación - Introducción de "Pueblo Escarlata" (Español)


(Escúchalo mientras lees)


En este pueblo, donde la niebla gobierna, una mujer se recuesta en su cama junto a su marido difunto hace una semana. Él, maquillado y perfumado todos los días por su viuda, tiene los ojos entre cerrados. Esto la hace pensar que está apunto de levantarse. Con un beso en la frente, le da las buenas noches. Se friega la boca con un pañuelo de seda, para limpiar el maquillaje. Deja el pañuelo en su mesa de luz, junto a los cosméticos y cierra los ojos. De repente, al sentir una brisa en la cara, recuerda que debía cerrar la ventana. El otoño es la época más cruel por estos lados. Al caminar lentamente hacia la ventana, el sonido de un violín aparece con fuerza. Ella, que apenas podía ver un par de metros fuera de su ventana, ve una sombra a través de la densidad del clima. Sabe quien está ahí. Su joven enamorado. Un muchacho unos años menor, parado al pie de farol. Tocando, con todo el alma, la canción que le dedica cada noche a su señora imposible. A él no le importa que ella haya envejecido tanto en tan poco tiempo. Ni que cada vez salga mas dejada a la calle. Sale solo a gastarse su riqueza en maquillajes y perfumes para su difunto marido. Ella sabe que el joven se quedara una hora mas tocando y luego se irá al bar a llorar entre gordos borrachos, putas anoréxicas y ladrones cansados.

 Si en este pueblo el amor es un pecado, la belleza es un crimen. Eso lo tienen bien claro en el bar, eso y que no se puede ser exigente con los precios. El barman, tiene una escopeta bajo el mostrador. Aunque sabe que es muy cobarde para usarla, le gusta limpiarla a la vista de todos. Para establecer quien controla el lugar. Pero este antro tiene un claro rey, que es la desolación. Musicalizada por un acordeonista ciego que esta recostado en algún lugar, pero nadie lo puede encontrar. Nadie lo busca tampoco. Él solo es un residuo de un antiguo músico famoso que giraba pueblo tras pueblo, hasta que quedo ciego en el primer minuto que piso este pueblo. Un golpe en la cabeza dicen algunos, también dicen que bebió tanto que quedo ciego. A nadie le importa preguntar. Canta a un amor olvidadizo. Se pregunta porque no se pueden amar como antes. Siempre termina diciendo que “esa puerta se cerró para siempre, si es que alguna vez hubo una”. Su voz, que es la voz de la tierra de miles de años de guerra, ya no causa la misma intriga en las mujeres del bar. Solo las llena de cansancio. Algunas de ellas visten de rojo, con vestidos gastados, con marcas de cigarrillo y olor a demasiados hombres. Otras que todavía no piensan que el fin este cerca y se maquillan las ojeras, para atraer a algún distraído, que va a gastar sus monedas conseguidas en el campo de algodón. Ellas, que ya perdieron el encanto y el tacto hace muchos otoños, se acercan directamente a los borrachos y los invitan a ir a una de las habitaciones de arriba.

Luego de pedirle la llave al barman, suben con sus clientes por quejosas escaleras, que combinan sus chirridos con el acordeón del ciego, haciendo temblar hasta al más valiente de los ladrones. Estos que siguen planeando el robo del banco. Robo que nunca sucederá porque al finalizar la noche estarán tan ebrios que no recordaran nada. Se van apagando a medida que el whisky sigue corriendo. Lo único que los despierta es el terror del crujir de las escaleras, con los pasos de la pareja que baja. Ella con cara de asco, le entrega la llave al barman, a cambio de un vaso de cerveza fría. El cliente distraído baja como si nada, sin siquiera simular ninguna sonrisa, saluda al aire y se va. Tiene que volver a dormir a una cama, diferente al mueble sin forma de la habitación del bar.

El camino de vuelta del bar siempre preocupa a los trabajadores. En la niebla se mezclan los sonidos del acordeón o el violín con el viento soplando entre los árboles, despertando a algún búho o a algunos seres de la noche. Cada movimiento puede ser cualquier cosa, y el alcohol crea imágenes en las sombras. El borracho reza sus oraciones hasta llegar a su cama, con la puerta bien llaveada. Donde recién puede descansar. Al día siguiente le espera otro día caluroso en el campo.

Y la viuda, bueno, ella cierra la ventana sin el menor gesto. Claro, la morfina no la deja sentir muchas cosas. Vuelve a su cama, a su difunto, a su negación. En este pueblo el bien y el mal conviven lado a lado.
Así que ya sabes, si vienes a buscar a tu mujer perdida a este pueblo, primero lee bien el cartel de entrada:
"PUEBLO ESCARLATA.
Llorar no sirve de nada."


Extracto de "Pueblo escarlata"
Texto Original y Propio. Todos los derechos reservados y registrados.

viernes, 17 de mayo de 2013

I heard that hoot owl singing


He oído cantar a la lechuza, mientras estaban desmontando las tiendas.
Las estrellas en lo alto, los árboles desnudos son su única audiencia.
Esas muchachas negras como el carbón saben pavonearse con sus plumas...

But nobody can sing the blues
Like Blind Willie McTell